martes, 9 de abril de 2013

Sin Titulo. Basado en “El Hombre” de "El llano en llamas" de Rulffo. Sebastian Elichiry


 Urquidi levantò el arma muy lentamente, mi hermano lo miraba paciente, resignado,y bajo la cabeza.

El la amaba y ella a el, pero era un amor que la familia de su suegro no aceptaba, se amaron igual y el padre  la castigó.

Sortearon el castigo y en sombras, bajo la luna siguieron viéndose. Ella dijo que estaba embarazada de mi hermano y Urquidi enloqueció, la golpeó y ese vientre perdió su carga, entonces mi hermano lo enfrentó. Cada día se paraba en la puerta del rancho de la familia, yo tironeaba de su brazo, e insistía en salir de ahí-  Que mujeres hay muchas y que no valía la pena, pero mi hermano insistía.

Un día, solos los dos en la cantina, acabamos una botella de buen tequila,( no se de donde mi querido hermano había sacado la plata). Mareados, me contó el plan que había urdido. Pensaba escapar con ella esa misma noche, y yo debía ayudarlo  pero mi cabeza daba vueltas y vueltas. Salimos, de allí  y me encontrè con dos mulas que mi hermano habìa preparado. A los tumbos, llegamos hasta  la casa de los Urquidi.

Entonces pasó, lo que no podía imaginar, a los gritos y con un cuchillo mi hermano increpó a su suegro.  Las luces de la casa se encendieron, yo me asusté y lo vi salir. Las mulas se rebelaron como si el mismo diablo saliera de allí, iba armado con un rifle.
Mi hermano, lo insultó y blandía el cuchillo con torpeza, Urquidi, lo abofeteo y el cuchillo voló en la noche, con precisión se clavo en la tierra. Yo me caí asustado, mi hermano permaneció parado, mirando al padre de su amada.

“De aquí no me muevo” dijo el temerario.

“De aquí te mueves y te olvidas de todo, estás en mi casa y harás  lo que digo”.

El hombre no se había  percatado de mi presencia, tenia los ojos fijos en mi hermano, yo me arrodille entre las mulas que se iban alejando de costado, como intuyendo lo que pasaría.

“Que no me muevo” insistió mi hermano.

El hombre cargo el rifle para disparar, la bala ya estaba en la recamara, lista para salir.
 Me asusté, me empezó a temblar la mandíbula. En eso, el hombre me miró.

“Tú!!!!! Llévate a este o todo acaba aquí” me señalo.

“Que hables conmigo! No metas a mi hermano en esto pinché cobarde!
 Hijo de la chingada, golpear así a mi vieja!”.

Con  torpeza, mi hermano intenta golpear al padre de su amada. El, sin apenas moverse esquiva el golpe.

“Hijo de la chingada?, tu vieja? , compadre me parece que tu ya estas muerto, mírame!”.
Mi hermano levanto el rostro con una mezcla de orgullo y mareo, a mi ya se me caían las lagrimas.
“Que vas a hacer pinche pendejo” le dijo mi querido.

Entonces Urquidi levanto el arma muy lentamente, mi hermano lo miro paciente, resignado, bajo la cabeza.

Un solo disparo entro un poco mas arriba de la frente, hueso, sangre cerebro se mezclaron por un instante, luego el proyectil se perdió en la noche, apenas un poco de pelo voló detrás, que como si fuese imposible, cayó al piso muy lentamente, flotando. De la nuca de mi querido hermano, un humo denso salió, como las señales que hacen los salvajes en los picos de las montañas, la cabeza de mi hermano me daba señales…

Grite, las mulas salieron corriendo, temblé lloré y me escabullí en la noche, el hombre me vio, huir.. Una vez en la sombra segura, me quedé mirando a mi hermano que seguía humeante, diciéndome algo que solo un indio en otra montaña entendería, y yo entendí una sola cosa.

El hombre apoyo el rifle en su hombro y se quedó mirando hacia donde yo estaba  arrodillado, observó un buen rato y luego volvió a su casa.