"Por
más exitoso que haya sido o esté siendo el proceso de desindianización
llevado a cabo por la catequización, por la misionerización, por la
modernización, por la ciudadanización, no se puede borrar la historia y
suprimir toda la memoria, porque los colectivos humanos existen
crucial y eminentemente en el momento de su reproducción, en el pasaje
intergeneracional de aquel modo relacional que
"es" el colectivo, y salvo que esas comunidades sean físicamente
exterminadas, expatriadas, deportadas, es muy difícil destruirlas
totalmente. Y aún cuando lo fuesen, cuando fuesen reducidas a sus
componentes individuales, extraídos de las relaciones que los
constituían, como ocurrió con los esclavos africanos, esos componentes
reinventan una cultura y un modo de vida -un mundo relacional que, por
más determinado que haya sido por las condiciones adversas en las que
surgió, jamas dejo de ser una expresión de vida humana exactamente como
cualquier otra. No hay culturas inauténticas, pues no hay culturas
auténticas. No hay de hecho, indios auténticos, indios, blancos,
afro-descendientes, o quien quiera que sea -pues auténtico no es algo
que sean los humanos. O tal vez sea una cosa que sólo los blancos
pueden ser (peor para ellos). La autenticidad es una auténtica invención
de la metafísica occidental, o incluso más que eso: ella es su
fundamento, entiéndase, es el concepto mismo de fundamento, concepto
archimetafisico. Solo el fundamento es completamente auténtico; sólo lo
auténtico puede ser completamente fundamento. Pues lo auténtico es el
avatar del ser, una de las máscaras utilizadas por el ser en el
ejercicio de sus funciones monarquícas dentro de la
onto-teo-antropología de los blancos.
¿Qué diablos tendrían los indios que ver con eso? "