martes, 28 de mayo de 2013

Itaca de Cecilia Hernando Doldan

La única certeza diaria era la indispensable taza de te con leche que necesitaba beber para despertarse, asentar el estomago decía, siempre con dos terrones o cucharaditas de azúcar. Ni mas ni menos, ya que como en todo ritual, cualquier cambio en el mismo arruinaría la magia. Tras el ritual del te, el resto de las probabilidades del día eran casi impredecibles. Los beneficios o maldiciones de no tener que fichar diariamente en un trabajo "normal", como los que obligan a despertarse al resto de los mortales entre las 7 y 9 de la mañana para regresar a sus vidas solo al final de la jornada. En su caso, su trabajo, su vida, su obra, su ser, su sentir completo eran parte de lo mismo; la vida una gran performance con su personalidad como herramienta de cambio.
Un concepto novedoso, vivir gracias a la personalidad propia, plusvalía a cambio de existencia, a cambio de un espectáculo de luces y sombras donde los protagonistas son actores en una obra donde el guión se va escribiendo por osmosis a medida que las escenas van cambiando. Pero el ser humano no esta construido para sostener el acto durante tiempo indeterminado sin posibilidades de descansar en el backstage, el ser humano como animal de costumbres (perdonen que use esta remanida frase) necesita "saber" donde esta parado, que posee y que no, quien es en realidad. Cuando usas tus habilidades para reflejar la luz en los demás y hacer que se vean bajo el prisma que solo tú sabes dotarles se corre el gran riesgo de perder el hilo del guión y olvidar si uno era un personaje o el escritor.

Supongo que eso le sucedía, que se había perdido entre multitud de personas, personajes y egotismo. Que cuanto era imprescindible habitaba ahora un mundo de misticismo y lejanía. Lo importante y lo amado se hallaba del otro lado del mundo, en una tierra de tinieblas donde todo era caos y barbarie. Porque la necesidad de dotar a la tierra natal de características cercanas a la Itaca de Ulises le hacia mas llevadero el continuo resurgir de las cenizas, porque de esa manera reinventarse con la ilusión de un futuro e incierto retorno tomaba características aun mas románticas, y como todo romance se ve mucho mas hermoso cuanto mas lejano e imposible.
Para evitar su dolor e impotencia, camuflaba sus necesidades en historias, dotaba a gente mediocre de capacidades fantásticas y a veces, quitaba protagonismo a gente maravillosa para poder reescribirlos, siempre cuidadosamente en segundo plano como antagonistas para que el protagonismo nunca dejara de ser monopolio de su personaje.

Ese día, comprendió, que ya nadie sabia quien era en realidad y que la única forma de perpetuar la historia era deshacerse de aquellos personajes que podían cambiar su historia. Aquellos personajes peligrosos que desenmascaran el artificio final para alzarse heroicos y quitar todo el merito a la obra.

Desdemona debe morir, porque la obra se llama Otello. Y como tal, pagara por el mero hecho de su existencia, pagara por el hecho de conocer los sentimientos íntimos del moro, por conocer el latido de su corazón a la luz de la luna, sus ocultos secretos, sus ansias y desdichas.

La taza de te vacía, la revisión rutinaria de correspondencia y responsabilidades que tanto detestaba. Se preguntaba sobre su razón de ser, su objetivo en la vida y demás temas constantemente, deseando haber nacido en alguna Polis griega para vivir en constante debate.

El mundo actual se le hacia frío y mecánico, como una tumba que se cerraba sobre su ser y asfixiaba, asfixiaba hasta que el grito se hacia imposible. Cuando eso sucedía se quedaba en la cama, a oscuras o escapando dentro de algún libro que trasladara sus deseos a la realidad hecha papel. Alguna vez, en la mítica Itaca de su niñez había sido un ser excepcional, pero los años habían cercenado las ilusiones de gloria y ya eran solo sombras. Eso le dolía, mataba el pájaro de su alma día tras día y cegaba sus ojos a todo aquello que fuese verdadero. No había presente ni pasado ni futuro, todo era relativo, todo era una construcción.

El teléfono seguía sonando, repicaba al compás de las necesidades ajenas pero nunca para hacer realidad las propias. Su sonido era inquietante. Se preguntaba si poner fin a su existencia, a la del personaje o a la del antagonista. El cuerpo aun dolía y recordaba la crudeza del amor, de la incomprensión y el mar insondable que dos seres pueden formar entre si cuando se conocen demasiado y ya no saben mas que decirse.

Había cortado el cordel de los sueños compartidos en el dolor más absoluto. Ambos estaban solos ante la inmensidad, mirando a los ojos de lo intangible. Todas las guerras sacan lo mejor y lo peor de los hombres, el corazón oscuro que late en el viaje interior que nos lleva a las profundidades de nuestra jungla. La locura... La guerra continua que es el amor.

Volvió a la cocina a preparar mas te, su sabor constante remitía el dolor. El sabor que tuvo siempre. Imágenes de mañanas escolares bebiéndolo en una taza plástica de color rojo profundo o en ocasiones amarillo se sucedían en su mente, imágenes de Harrods con la abuela Velia y el primer volumen de la Iliada y la Odisea. Los dibujos hermosos de héroes y dioses, el llanto de Penélope y Ulises, siempre Ulises como un faro iluminando su vida. Como el primer indicativo de su destino futuro, de su propia búsqueda de esa Arcadia perdida. Formaba con Ulises una misma persona, una unidad, una idea; la del heroísmo perfecto, la de la imposibilidad de una rendición.

Como había amado! Como había vivido! Que multitud de historias había protagonizado! Cuantos habían admirado o denigrado su gloria! La épica de una vida que deseaba ser como un poema, un grito a la musa Calliope. Como se ocultaba el sol, cuan pronto en el invierno de la vida...

Creía que tenia mucho mas tiempo, pero las arenas del reloj se escurrían y la realidad del espejo ya no devolvía el mismo mohín infantil que otrora había fascinado a quienes encontraba.
Su otra mitad, su amor y compañía, su antagonista se movía por el resto de la casa. La pregunta dentro de si repicaba como campanadas de una iglesia gótica. Matar al personaje, matar al antagonista o dejar toda esta historia, esta obra y volver a Itaca por fin? La literatura conoce infinidad de modos de deshacerse de personajes insidiosos, ya que Otello debe vivir para dar nombre a su obra y así conseguir la inmortalidad en el inconsciente colectivo. Desdémona, la almohada, el suspiro ahogado, el fin.

El Patroclo de su Aquiles trajo su te con amorosas manos, manos capaces de destruir y de crear, como todas las manos. Pero fuertes y reales, su odio y su amor eran reales, como así también el océano insondable. Quiso acariciarlas mientras depositaba el te junto al teclado, pero no lo hizo. Debería considerar como finalizar la obra, o al menos este acto. Debía meditar si realmente valía la pena terminarla o si era en realidad una obra mediocre, con infinidad de defectos, si era mejor comenzar una nueva. Todos los creadores del mundo han enfrentado estas mismas decisiones, sin embargo, el mundo de papel y el de la carne tienen capacidades completamente diferentes. A saber, en el mundo del papel puede corregirse, pueden anularse capítulos enteros que nunca verán la luz y pueden resucitarse los personajes que se creían perdidos para siempre.

Caminaba como un leopardo camina en un zoológico, en círculos infinitos con la mirada siempre fija al posible depredador. Sabia como atacar, sabia cuando atacar, lo había sabido siempre.
Atravesó el largo pasillo que comunicaba su estudio con la sala. Patroclo miraba televisión con ojos tristes y la mente llena de preguntas, el también tenia su historia y también estaba pensando en su finalización, en cuan complicado es dar ese giro final que termina el romance. Desde atrás veía su largo pelo oscuro como surgía de la raíz y terminaba en la base de la nuca en una trayectoria perfecta, evaluó su cuello, su postura, la cantidad de fuerza necesaria para la sumisión. Medito sobre el bermellón de la funda que cubría el sofá, le pareció perfectamente complaciente. Tras unos segundos que equivalieron a un milenio se decidió, y sus manos se abalanzaron sobre la figura del sofá como si intentaran abrazar a una sombra.

Silencio.

Los labios se unieron y sus cuerpos se unieron, los humores se hicieron parte de un único océano de sal. No habría otra muerte ese día, que la más dulce de todas.


martes, 21 de mayo de 2013

"Mingo", basado en "Cuarteles de Invierno" de Osvaldo Soriano. Sebastian Elichiry


Mingo vio que Galván salía. Los uniformados ya empezaban a girar sobre si, como inquietos por su balbuceo que rayaba lo sobreactuado. Entonces  esperó unos segundos a que las sombras protegieran al cantante y se despidió abruptamente, con un saludo inentendible, Los militares se rieron de él cuando se iba.

Caminó por la calle del quilombo silbando la canción de  Darienzo que había escuchado desde afuera.
 Caminó un buen rato, decidió cortar camino para su casa y se metió por un alambrado de un descampado de la derecha, si  lo rodeaba llegaría mas rápido .

Fue en dirección a unos árboles que ocultarían su caminar, ir a campo traviesa por esa zona del pueblo no le pareció buena idea, pensó en Galván y le deseo suerte. Se metió entre unos matorrales y siguió una línea de árboles, escuchó un grillo, que solo canto una vez. “La pucha pensó”.

Siguió hasta un paredón no muy alto, lo trepó sin dificultad, y al caer al otro lado no reconoció donde estaba.

El paredón era distinto de este lado, era largo y blanco,  en el se Leía pintado “Vuelve el General Perón”, pero la palabra General y Perón estaban cortadas por unos palets de madera y unas tablas.

Mingo se desorientó, miro para todos lados, eso nunca estuvo ahí y sin embargo le parecía un lugar conocido. Algo le recordaba ese lugar, pero no podía precisar qué.

Desde la esquina, al comienzo del paredón aparece una pareja joven, corriendo en dirección a el, eso lo extraño aún  más, se miro la ropa, y para su sorpresa ya no llevaba sus harapos de siempre, tenía una camisa, una campera, estaba vestido decentemente.

La pareja llegó hasta el, se miraron, eran chicos jóvenes, estudiantes en apariencia, miraron las tablas y palets y sin pensarlo se escondieron detrás. Mingo se quedo solo viendo como se escondían, unos segundos después, de la esquina sale un Ford falcón a toda velocidad.

Las luces del auto lo encandilan, Mingo se tapa el rostro. El Ford frena frente a el, se bajan dos tipos de civil armados con ametralladoras.

-Eh vos! Viste pasar a unos pendejos por acá?

-Yo no vi nada, quienes son ustedes?

-Que te importa carajo, viste o no viste, recién pasaron por acá! Conteste carajo!

Uno de los hombres le apunta a Mingo con la ametralladora.

-No sé, yo estaba volviendo a mi casa…

El que le apunta a Mingo le pega con la culata del arma, Mingo cae al piso.

-decime donde están o te levantamos a vos, contesta mierda.

Temblando, sobre sus rodillas Mingo recuerda, tiene sangre en la cara, sin querer, levanta el brazo señalando las maderas y los palets. El hombre que lo golpeo mira en esa dirección y con un movimiento de cabeza al otro, camina  hasta estar frente a los Palets.

-Salgan carajo!

Detrás de las maderas nadie responde.

Los dos hombres apuntan y disparan ferozmente. Mingo grita y se lleva las manos a los oídos. La descarga termina, todo se llena de olor a pólvora. Mingo permanece agachado, tapándose los oídos y llora.

Los hombres vuelven al Ford. Las luces que pegaban en Mingo se mueven y el sonido del auto huyendo a toda prisa se desvanece. Mingo llora, se hace un silencio sepulcral en el lugar.

Las maderas están todas agujereadas, sale humo de los hoyos. Mingo se levanta, se toca y no tiene sangre, se mira las ropas, estas volvieron a ser sus pilchas de linyera.

Mingo se toca con desesperación, no tiene heridas ni nada. Mira las Tablas y palets, el viento arremolina el humo de los disparos y se lo lleva, sopla fuerte, algunas hojas flotan también en el aire.

Mingo se acerca tímidamente unos pasos hasta el sitio donde se produjo la descarga infernal. Entonces recuerda, se lleva las manos a la cara, se le escapan las lágrimas. De detrás de las maderas sale la pareja.

-Tranquilo Mingo, nosotros te perdonamos.

Mingo levanta la vista y los mira, aterrorizado sale corriendo, mirándolos, corre como puede, espantado, mirando hacia atrás, la pareja lo mira correr, ella levanta una mano saludándolo.

Mingo corre ya sin mirar atrás, gira en una esquina y encuentra otra alambrada que da a un potrero, al final hay matas de vegetación altas, cruza el potrero y se mete desesperado entre los matorrales.
 Las ramas lo lastiman, corre a ciegas, hasta tropezar con un tronco caído que lo hace caer de boca .El corazón se le iba por la boca, desesperado y de rodillas se aposta contra un árbol. Respira con dificultad, mira hacia todos lados hasta que consigue bajar el ritmo de su respiración.

Se queda absorto mirando la nada.

-Yo no los mate.( se repite así mismo) Yo no los mate, yo no…

Un grillo que  canta 2 veces lo interrumpe, Mingo levanta la vista, y espera al grillo.

-La puta que lo parió!


Mingo se levanta, se saca las hojas de la ropa, se arregla un poco.

-Que noche de mierda.

Mingo no sabe donde está, mira en todas direcciones, esta desorientado, mira al cielo, las estrellas brillan intensamente, el cielo esta despejado, como si estuviese en algún lugar del sur de la argentina. Pueden verse cúmulos de estrellas gigantes, cadenas estrelladas numerosas.

Mingo se queda un momento mirando el cielo.

-Que hermoso(se dice a si mismo)

Vuelve la vista y cree encontrar un camino entre los árboles, lo sigue sin saber bien a donde va. Sale a unas vías de tren, a un cruce, que le recuerda a los de Buenos Aires. Mira en todas direcciones, no sabe donde está.

-Esto no es Colonia Vela (dice).

Del otro lado de las vías hay una mujer que lo mira. Mingo se queda unos segundos observándola.

-Clara?

La mujer lo mira, pero no lo ve, no reacciona. Mingo levanta la mano, la saluda.

-Clara? Sos vos!?

El sonido de un tren acercándose se hace patente, Mingo gira y ve venir una luz cabalgando las vías, luego mira a Clara que empieza a caminar en dirección a las vías.

-Clarita!, para! Claraaa!! Soy yo! Mingo! Clara!!!!!! Paraaa!!!! Claraaaa!!!! Nooooo!!!!!

El tren pasa a toda velocidad. Mingo se tapa los ojos y se gira sobre si, el viento que levanta el tren es violento, el sonido ensordecedor. Mingo se arrodilla con el rostro tapado, Grita. De nuevo el silencio. Mingo esta arrodillado.

-Porque?! (Grita) Clara!!! Porque?!!?!?

Una mano femenina se le apoya en el hombro, lo acaricia levemente, Mingo se gira rápidamente y mira a la mujer, es Clara. Se espanta, en el suelo, se aleja de la figura femenina que lo mira piadosa.

-Mingo yo te perdono.

- No!! No!!

Mingo se levanta y sale corriendo por el lugar de donde vino. La mujer lo mira irse, levanta una mano saludándolo.
Mingo corre por el bosque llorando, sin mirar atrás, salta unos troncos, esquiva yuyos altos como el, corre desesperado, gira en una encrucijada de árboles hacia la derecha y de pronto aparece en el jardín de su destartalada casa. Tropieza con unos cajones y vuelve a caer.

 A su alrededor, hay botellas de cerveza, vino, ginebra, esta lleno el piso de botellas.

En el suelo Mingo las mira con horror, las patea y las aleja con las manos, se hace un espacio abierto donde queda recostado, apoya la cabeza en la rama de un árbol y mira a su alrededor.

Esta en su casa, en Colonia Vela. Respira con dificultad, todo esta sucio a su alrededor, lleno de cajas, basura, papeles de diario. Se lleva una mano a la cara y comienza a llorar como un chico.

El cielo esta tapado, no hay casi estrellas. Un grillo canta una vez.

Con parsimonia y lagrimas en las mejillas que limpian el barro de su rostro, Mingo entra a su casa y sale con una cuerda, agarra un cajón de madera y lo coloca bajo una rama de un árbol, lanza la cuerda y hace un lazo. Ata firme la cuerda al árbol, tira de ella para comprobar que aguanta su peso. Se sube al cajón, coloca la soga al cuello, se limpia el rostro con la manga, su cara ahora es un amasijo de barro, lágrimas y dolor. Patea el cajón.

El golpe del cajón se transforma en un golpe de culata de pistola  en su cara. Mingo cae al piso. El gordo mira como el rubio lo patea en el piso.

-Vos te pensás que somos pelotudos borracho de mierda, ahora vas a ver…Gordo ayúdame.

El gordo se cruza la ametralladora en la espalda y levanta a Mingo, el rubio asegura que la cuerda en el árbol aguanta, chequea el lazo, acerca un cajón de cervezas y lo coloca debajo. Levantan a Mingo sobre el cajón que a duras penas esta parado, el gordo le pone el lazo al cuello. Mingo levanta la vista un instante, en su Jardín, están Clara y la pareja de Jóvenes estudiantes, lo miran, le sonríen, Mingo sonríe tímidamente mirándolos, el rubio patea el cajón.

Un grillo canta tres veces.


sábado, 18 de mayo de 2013

Lao-Tse, filosofo chino del siglo VI a.C. , extracto del Tao Te Ching o libro del camino y la virtud.


El que conoce a los demas es sabio; quien se conoce a si mismo es clarividente.

El que vence a otro es potente; quien se vence a si mismo es fuerte.

El que obra con fuerza es decidido; quien sabe contentarse es rico.

Quien no se aleja de su sitio justo subsiste largo tiempo; la longevidad es morir sin desaparecer.

viernes, 17 de mayo de 2013

Videla esta muerto. Sebastian Elichiry

Pesimo viaje para ti y que a donde llegues haya el equivalente a cada dato, cada muerto, cada niño secuestrado devenido en calvarios. 
Videla is dead.

lunes, 13 de mayo de 2013

“Fuego” de Malena Vince inspirado del cuento “la muerte de un bautista”. de CABALLERIA ROJA de Issac Babel

Desde que recuerdo un ardor interno, como una verdad absoluta se apoderaba de mí. Primero la visión, como una revelación divina… las imágenes invadían (y aún lo hacen) mi cabeza, mi cerebro y finalmente el corazón. No hay vuelta atrás. Esa fuerza que germina en mí ser, en mi estómago, es un fuego que quema. Florece o sucumbe, no sin la agonía de una muerte, no sin deber duelar ese ser, no sin padecer lo que sufre una madre que pierde un hijo.
Los inicios de estas mixturas comenzaron cuando pequeño mesclaba cuerpos de amigos con caras de adultos o, o de animales con personas…. Pan escritor, evoco un león de melena blanca y ojos profundos como los de mi abuelo. Al principio, al ser pequeño y hacerlo tan bien, causaba grata admiración. Más de grande, las repercusiones mutaron. Me aburrí fácilmente de aquello… no podría aseverar si lo que vi fue real o fue fruto de mi imaginación, pero recuerdo una madre llorando con su niño desnutrido, desplomado en sus brazos. El dolor de su cara, la expresión de espanto en sus ojos, el torso flacucho y las costillas resaltadas de aquel pequeño… puede sentir la tristeza en esos ojos maternos que nunca más se disiparía…casi de inmediato retraté un angelito regordete moreno que causó gran controversia… fue el primero y también fue el primero en ser quemado por mi madre…
Puedo percibir cada detalle. No desde el principio… no. Pero al momento que la idea surge, al momento que me figuro tu cara como la de … Un San Francisco, ahí es que comienzo a imaginar… con un pájaro en el brazo, una paloma o un jilguero…ahí es pan escritor que veo los colores. Que imagino el cielo plomizo, oscuro como de tormenta, veo los tonos de celeste y azul oscuro, el marrón, más nunca el negro. El negro es irreversible… quién bien aprecia el óleo nunca lo usa, porque conoce el poder que encierra, sombrío, inagotable y sobre todo irreversible. Pero puedo ver también, un fondo verde luminoso, oscurecido por los nubarrones…
Hace 30 años llegué con mi amigo, casi que no tengo recuerdos antes de él. De aquellas épocas, repaso la emoción y el cansancio del viaje, algunas borracheras y el estupor, la excitación de quien no conoce, de la aventura de lo nuevo.
Con los centenares de retratos de aquella parroquia sucedió algo semejante. La inmensidad de esas paredes blancas, la libertad que sentí durante aquellos meses permitieron que me suma en una fantasía frenética… no sé si son producto de mi imaginación, si son invenciones, pero surgen, nace y crecen. Germinan y florecen. Durante meses me perdí en ese laberinto de colores, de sensaciones, de música de acordeón… muchas veces sin hablar durante horas…sin siquiera mi murmullo eterno… sólo mi buen y querido amigo, intuía,- evidentemente los años han hecho que nos conozcamos lo suficiente - sentía la energía que florecía de ese nuevo ser, o sentía la mezcla de tristeza y amargura que emanaba cuando terminaba, ya que preguntaba: ¿con quién sigue pani artista? Y al comentarle siempre se sonreía, disfrutando de mis dichos. Sólo ahí, me temo que sufre por su ceguera… consulta formas y colores, nunca supe ni podré saber que se figura en su mente, pero sin duda lo disfruta tanto como yo.


A veces me detenía tanto en ellos, los conocía en el menor detalle, que creía que sus ojos, de los cuales había hecho y sacado de mí cada detalle, me decían algo distinto que nunca hubiese pensado… esos cuerpos beatos tomaban vida propia y como tal, seguían solos su camino… fue así que supe del primogénito de Jesús.
Hace treinta años vivo en este pueblo y no puedes imaginarte lo prolífero de mi arte… me han amado y odiado. Los ortodoxos claro está, pero los pobres, los humildes, los pecadores, ellos me han acogido y perdonan, a mi , que también soy un pecador. Porque ese pequeño acto de justicia humana disfrazada de divinidad ha ayudado a consolar al cansado cuerpo, al alma marchita… ser un pecador nada importa ya, pues la vida quién la sufre y la padece son los hombres. Así, sólo inmortalizo y divinizo a aquellos que al igual que yo, no somos recibimos ni esperados arriba sino todo lo contrario. Soy iracundo y lo admito, porque también lo he hecho por dinero, me he obligado a instalar cabezas conocidas en cuerpos ajenos, benditos. Por ellos soy pecador, lo acepto sin culpa. Lo he hecho para vivir pero también para embriagarme junto a mi amigo, pero si algo sirve para lavar mis culpas, más que la emoción del principio, el entusiasmo y la excitación que genera la transgresión, se volvió prontamente superflua y vana, al punto de aborrecer mis creaciones y detestarme más a mi mismo por ello.
Finalmente pani escritor, recuerdo la cólera y la emoción violenta de re crear cosas tachadas, pero aunque quisiera éstas nunca eran iguales a las otras… aunque muchas veces me han felicitado y han dicho como meritorio que la réplica estaba igual al original, yo sabía que no era así. Sólo Godofredo podía entenderme, curiosamente quién no ve puede ver que este aunque símil era otro y no el mismo. Repaso claramente el día que aquel vicario huyó despavorido por la multitud alborotada, un pequeño acto insurrecto había encendido en ellos la llama que el trabajo y el hambre había apagado… hasta que llegaron los cosacos y aquí me tienes… creador de muchos, padre de algunos.

sábado, 11 de mayo de 2013

"Candela" escrito la noche del 1º de septiembre del 2011 a las 04:00 exactas de la mañana. Sebastian Elichiry

Candela perdonanos.
Somos ganado ideologico
Nos llaman: ciudadanos
Pastamos, morimos.
Vivimos la ilusión de la libertad. 
Mujimos, nos quejamos.
No nos vemos y no reflexionamos.

Mas rapido, el patrón,
Con caballos, perros y silbidos
nos indica el camino derechito
al pasillo que nos lleva directo
al matadero.

Candela perdonanos por los horrores
que vendran para justificarnos
que no haran otra cosa
mas que ensuciar tu horror
Intensa y cinica la ironia

Candela perdonanos.
Por los horrores que vendran,
para justificar tu horror,
que no hara otra cosa...
Mas que ensuciarlo.

Candela.
Perdonanos.

sábado, 4 de mayo de 2013

"Noche del infierno" de Arthur Rimbaud en "Una temporada en el infierno"


¡Ah, subir de nuevo a la vida! ¡Poner los ojos sobre nuestras deformidades! ¡Y ese veneno, ese beso mil veces maldito! ¡Mi flaqueza, la crueldad del mundo! ¡Dios mío, piedad, ocultadme, me siento demasiado mal! Estoy oculto y no lo estoy.
Me muero de cansancio. Esto es la tumba, voy hacia los gusanos, ¡horror de los horrores! Satán, farsante, tú quieres disolverme con tus hechizos. Yo reclamo. ¡Yo reclamo un golpe de tridente, una gota de fuego!
Yo debería tener un infierno para mi cólera, un infierno para mi orgullo, y el infierno de las caricias; un concierto de infiernos.
Decididamente, estamos fuera del mundo. No más sonido. Mi tacto desapareció. ¡Ah! mi castillo, mi Sajonia, mi bosque de sauces. Las tardes, las mañanas, las noches, los días... ¡Si estaré cansado!
¡Bah! Hagamos todas las muecas imaginables.
Y pensemos en mí. Esto hace que añore poco el mundo. Tengo la suerte de no sufrir más. Mi vida fue sólo una serie de dulces locuras, es lamentable.
Fiaos en mí, la fe consuela, guía, cura. Venid, todos, hasta los niños pequeños, para que os consuele, para que se prodigue en vosotros su corazón, ¡el corazón maravilloso! ¡Pobres hombres, trabajadores! No pido plegarias; con sólo vuestra confianza, seré feliz.
¡Yo tengo todos los talentos! Aquí no hay nadie y hay, alguien: no querría derrochar mi tesoro. ¿Queréis cantos negros, danzas de huríes? ¿Queréis que desaparezca, que me hunda en busca del anillo? ¿Lo queréis? Fabricaré oro, medicamentos.
¡Escuchad! ...
Voy a descorrer el velo de todos los misterios: misterios religiosos o naturales, muerte, nacimiento, porvenir, pasado, cosmogonía, nada. Yo soy maestro en fantasmagorías.
Cuántas malicias para atender los campos ... Satán, Fernando, corre con las semillas silvestres... Jesús camina sobre las zarzas purpúreas, sin doblarlas... Jesús caminaba sobre las aguas irritadas. La linterna nos lo mostró de pie, blanco y las crenchas brunas, en el flanco de una ola de esmeralda ...
¡Ah, es eso! El reloj de la vida se ha detenido hace un momento. Ya no estoy en el mundo. La teología es seria, el infierno está ciertamente abajo -y el cielo arriba-. Éxtasis, pesadilla, sueño en un nido de llamas.
Poetas y visionarios se pondrían celosos. Yo soy mil veces más rico, seamos avaros como el mar.
Las alucinaciones son innumerables. Esto es de veras lo que me pasó siempre: ninguna fe en la historia, olvido de todos los principios. Me lo callaré:
Allá lejos, ¿no hay almas honestas que me quieren bien?... Venid... Tengo una almohada sobre la boca y ellas no me oyen, son fantasmas. Además, nadie piensa nunca en los otros. Que no se me acerquen. Es seguro que huelo a chamusquina.
¡Pero calla, cállate! ... Aquí están la vergüenza, el reproche: Satán que dice que el fuego es innoble, que mi cólera es espantosamente estúpida. ¡Basta! ... Son errores que me susurran, magias, perfumes falsos, músicas pueriles. -Y decir que yo poseo la verdad, que veo la justicia: tengo un juicio sano y firme, estoy a punto para la perfección... Orgullo-. La piel del cráneo se me deseca. ¡Piedad! Señor, tengo miedo. ¡Tengo sed, tanta sed! Ah, la infancia, la hierba, la lluvia, el lago sobre las piedras, el claro de luna cuando en el campanario sonaban las doce... a esa hora el diablo está en el campanario. ¡María! ¡Virgen Santa!... Horror de mi estulticia.
desgracia y la vuestra. ¡Pobre inocente! El infierno no puede atacar a los paganos. ¡Esto sigue siendo la vida! Más tarde, las delicias de la condenación serán más profundas. Un crimen, pronto, y que caiga yo en la nada, según la ley humana.
¡Y esto sigue siendo la vida! ¡Si la condenación es eterna! Un hombre que se quiere mutilar está bien condenado, ¿no es así? Yo me creo en el infierno, luego estoy en él. Esto es el catecismo realizado. Soy esclavo de mi bautismo. Padres, habéis hecho mi
¡Las nobles ambiciones!
Yo había entrevisto la conversión al bien y a la felicidad, la salvación. ¡Pero cómo describiría mi visión, si el aire del infierno no soporta los himnos! Eran millones de criaturas encantadoras, un suave concierto espiritual, la fuerza y la paz, las nobles ambiciones, ¿qué sé yo?
He bebido un enorme trago de veneno. ¡Bendito tres veces el consejo que ha llegado hasta mí! Me queman las entrañas. La violencia del veneno me retuerce los miembros, me vuelve deforme, me derriba. Me muero de sed, me ahogo, no puedo gritar. ¡Es el infierno, la pena eterna! ¡Ved cómo se alza el fuego! Ardo como es debido. ¡Anda, demonio!