lunes, 25 de marzo de 2013

Henry Miller, "El puente de Brooklyn" (sep. 1965 edición argentina, siglo XX, Anibal Leal)


"A veces, casi se diría que el escritor se complace pereversamente en hallar los tiempos desbarajustados, en encontrarlo todo desajustado y fuera de razón. Quizá el artista no es mas que la personificación de ese desajuste universal, de este universal desequilibrio. Tal vez ello explique por qué en los países neutrales y esterilizados(Escandinavia, Holanda, Suiza) es tan escaso el arte producido, o porqué en los países que están sufriendo profundas transformaciones sociales y poíticas (Rusia, Alemania, Italia) la producción artistíca es de esacaso valor. Pero sea que exista escaso arte, o un arte de mala calidad, debe entenderse que el arte mismo es sólo un expediente provisional, un sustituto de la cosa real. Hay solamente un arte que, cuando se lo practica, puede destruir lo que se llama "arte". Con cada linea que escribo, destruyo al "artista" que existe en mi. Cada línea equivale a asesinato de primer grado o suicidio. No deseo infundir esperanzas ni inspirar a nadie. Si Supiéramos qué significa estar inspirados no trataríamos de inspirar. Simplemente tratariamos de ser. Según están las cosas ni inspiramos ni ayudamos a nadie: nos limitamos a impartir fria justicia. Por lo que a mi respecta, nada quiero saber de esa maloliente justicia fria; quiero cálida magnanimidad o desdén absoluto. Para ser sincero, quiero algo más de lo que ningun hombre puede darme. ¡Lo quiero todo! Todo..., o nada. Es absurdo. Lo sé, pero tal es mi posición.
¿Se está bien en Francia? Es extraordinario. Maravilloso. Para mi es maravilloso por que es el unico lugar del mundo, que yo sepa, dond epuedo llevar adelante mi tarea de asesinato y suicidio...hasta el momento en que arribe a un nuevo dominio zodiacal."
"El hombre que aspire a ser un buen (o un mal) escritor frances, un buen (o un mal) escritor alemán, o un buen (o un mal) escritor ruso, es decir, el hombre que abrige la esperanza de ganarse la vida suministrando dosis regulares de medicina a sus compatriotas enfermos, contribuye a perpetuar una farsa que viene desarrollándose desde el principio de la historia.
Dichos escritores, que , por lo que parece, son prácticamente todos los que existen, son los piojos que nos impiden conocer el paraiso o el infierno. nos mantienen en un permanente purgatorio donde nos rascamos libremente. Y mientras la tierra vacila sobre su eje, y aun cambia de eje de tanto en tanto, estos tipos nos obligan a seguir constantemente el mismo rumbo. En todas las granes figuras que han surcado el horizonte siempre hay o hubo considerable proporción de traición, o de odio, o de amor, o de disgusto.
Hemos visto traidores a la raza, a la patria, a la religión, pero aún no hemos engendrado auténticos traidores, traidores a la raza humana, que es precisamente lo que necesitamos. Sé que las probavilidades son escasas. Menciono el hecho con el único próposito de mostrar por donde sopla el viento.
Como digo, el individuo necesita un cielo o un infierno en el cual florecer...hasta que llega el paraíso de su propia creación, ese reino intermedio que no es la utopía abundosa con que sueñan las masas, sino un dominio interestelar en el que uno describe su propia órbita con sublime indiferencia. Dante fue el mejor cartógrafo del alma que Europa produjo jamás, todo tan agudo como un silbo y nitidamente definido en blanco y negro; pero desde entonces no solo Europa, sino el universo entero a adquirido nuevas dimensiones espirituales. El hombre es todavía el centro del cosmos, como ha dilatado el cosmos casi hasta el punto de ruptura-¡A decir verdad, los hombres de ciencia preveén que el universo explotara!- el hombre mismo es practicamente invisible. Las alas artificiales no resolverán el problema, y tan poco los ojos artificiales, ni las escaleras mecánicas, ni el pemmicán. Todo este condenado universo debe ser desarmado, ladrillo por ladrillo y reconstruido. Es preciso reorganizar cada uno de los atomos. Quizá si nos sentamos tranquilamente y practicamos ejercicios de respiración profunda estaremos mejor que si nos bombardeamos con cartuchos de dinamita. Por que lo extraño del caso reside en que si nos limitamos a no hacer nada, si tomamos las cosas con calma, y holgazaneamos, y reflexionamos, las cosas tienden a enderezarse solas."