lunes, 13 de mayo de 2013

“Fuego” de Malena Vince inspirado del cuento “la muerte de un bautista”. de CABALLERIA ROJA de Issac Babel

Desde que recuerdo un ardor interno, como una verdad absoluta se apoderaba de mí. Primero la visión, como una revelación divina… las imágenes invadían (y aún lo hacen) mi cabeza, mi cerebro y finalmente el corazón. No hay vuelta atrás. Esa fuerza que germina en mí ser, en mi estómago, es un fuego que quema. Florece o sucumbe, no sin la agonía de una muerte, no sin deber duelar ese ser, no sin padecer lo que sufre una madre que pierde un hijo.
Los inicios de estas mixturas comenzaron cuando pequeño mesclaba cuerpos de amigos con caras de adultos o, o de animales con personas…. Pan escritor, evoco un león de melena blanca y ojos profundos como los de mi abuelo. Al principio, al ser pequeño y hacerlo tan bien, causaba grata admiración. Más de grande, las repercusiones mutaron. Me aburrí fácilmente de aquello… no podría aseverar si lo que vi fue real o fue fruto de mi imaginación, pero recuerdo una madre llorando con su niño desnutrido, desplomado en sus brazos. El dolor de su cara, la expresión de espanto en sus ojos, el torso flacucho y las costillas resaltadas de aquel pequeño… puede sentir la tristeza en esos ojos maternos que nunca más se disiparía…casi de inmediato retraté un angelito regordete moreno que causó gran controversia… fue el primero y también fue el primero en ser quemado por mi madre…
Puedo percibir cada detalle. No desde el principio… no. Pero al momento que la idea surge, al momento que me figuro tu cara como la de … Un San Francisco, ahí es que comienzo a imaginar… con un pájaro en el brazo, una paloma o un jilguero…ahí es pan escritor que veo los colores. Que imagino el cielo plomizo, oscuro como de tormenta, veo los tonos de celeste y azul oscuro, el marrón, más nunca el negro. El negro es irreversible… quién bien aprecia el óleo nunca lo usa, porque conoce el poder que encierra, sombrío, inagotable y sobre todo irreversible. Pero puedo ver también, un fondo verde luminoso, oscurecido por los nubarrones…
Hace 30 años llegué con mi amigo, casi que no tengo recuerdos antes de él. De aquellas épocas, repaso la emoción y el cansancio del viaje, algunas borracheras y el estupor, la excitación de quien no conoce, de la aventura de lo nuevo.
Con los centenares de retratos de aquella parroquia sucedió algo semejante. La inmensidad de esas paredes blancas, la libertad que sentí durante aquellos meses permitieron que me suma en una fantasía frenética… no sé si son producto de mi imaginación, si son invenciones, pero surgen, nace y crecen. Germinan y florecen. Durante meses me perdí en ese laberinto de colores, de sensaciones, de música de acordeón… muchas veces sin hablar durante horas…sin siquiera mi murmullo eterno… sólo mi buen y querido amigo, intuía,- evidentemente los años han hecho que nos conozcamos lo suficiente - sentía la energía que florecía de ese nuevo ser, o sentía la mezcla de tristeza y amargura que emanaba cuando terminaba, ya que preguntaba: ¿con quién sigue pani artista? Y al comentarle siempre se sonreía, disfrutando de mis dichos. Sólo ahí, me temo que sufre por su ceguera… consulta formas y colores, nunca supe ni podré saber que se figura en su mente, pero sin duda lo disfruta tanto como yo.


A veces me detenía tanto en ellos, los conocía en el menor detalle, que creía que sus ojos, de los cuales había hecho y sacado de mí cada detalle, me decían algo distinto que nunca hubiese pensado… esos cuerpos beatos tomaban vida propia y como tal, seguían solos su camino… fue así que supe del primogénito de Jesús.
Hace treinta años vivo en este pueblo y no puedes imaginarte lo prolífero de mi arte… me han amado y odiado. Los ortodoxos claro está, pero los pobres, los humildes, los pecadores, ellos me han acogido y perdonan, a mi , que también soy un pecador. Porque ese pequeño acto de justicia humana disfrazada de divinidad ha ayudado a consolar al cansado cuerpo, al alma marchita… ser un pecador nada importa ya, pues la vida quién la sufre y la padece son los hombres. Así, sólo inmortalizo y divinizo a aquellos que al igual que yo, no somos recibimos ni esperados arriba sino todo lo contrario. Soy iracundo y lo admito, porque también lo he hecho por dinero, me he obligado a instalar cabezas conocidas en cuerpos ajenos, benditos. Por ellos soy pecador, lo acepto sin culpa. Lo he hecho para vivir pero también para embriagarme junto a mi amigo, pero si algo sirve para lavar mis culpas, más que la emoción del principio, el entusiasmo y la excitación que genera la transgresión, se volvió prontamente superflua y vana, al punto de aborrecer mis creaciones y detestarme más a mi mismo por ello.
Finalmente pani escritor, recuerdo la cólera y la emoción violenta de re crear cosas tachadas, pero aunque quisiera éstas nunca eran iguales a las otras… aunque muchas veces me han felicitado y han dicho como meritorio que la réplica estaba igual al original, yo sabía que no era así. Sólo Godofredo podía entenderme, curiosamente quién no ve puede ver que este aunque símil era otro y no el mismo. Repaso claramente el día que aquel vicario huyó despavorido por la multitud alborotada, un pequeño acto insurrecto había encendido en ellos la llama que el trabajo y el hambre había apagado… hasta que llegaron los cosacos y aquí me tienes… creador de muchos, padre de algunos.