jueves, 30 de julio de 2015

Piernas en la ducha. Mariana Kozodij

El vapor del agua genera fantasmas en la retina. La vista está ahogada por las gotas que atraviesan unas pestañas cargadas de maquillaje negro.
 
Apoya las palmas sobre la pared caliente y mojada, dándole la espalda a la mampara. Sodomizada ante la mirada externa. El calor del agua no genera el típico temblor de la piel expuesta.


Ducha rápida, piensa. Se enjabona el cuello, los hombros, brazos, juega con la suavidad de sus senos. Hace una pausa en el abdomen, pasa por su sexo y empieza a descender espumando sus largas piernas.


Una gota queda sostenida en el muslo derecho hasta que empieza a caer de manera no programada sobre la piel alcanzando su pie. Un discurrir del tiempo que se une con el resto del agua que no pasó por su cuerpo.


Cierra la canilla y abre sus piernas para ganar equilibrio. Deja que se evaporen los vestigios acuáticos respirando una humedad branquial.