Nadie podrá olvidar
la voz velada del
arqueólogo en cuclillas
buscando entre
antiguas ruinas
las huellas de la
angustia de los siglos
hundidas en la arena
sólo prosperan las
prostitutas petrificadas
que conservan a
través de los siglos
un inagotable deseo
de amor
la voz velada y
lejana busca lo viviente en lo
muerto
a la sombra de la
voz
la más deliciosa de
las doncellas se desnuda de sus
heridas
piadosamente
cae una noche rota
piadosamente
sopla sobre los
antiguos mármoles
el gran viento de
los acoplamientos
en cada instante
nacen y mueren de un modo
infinito
seres invisibles que
fecundan al tiempo
la voz lejana llama
al misterio
derramado entre los monumentos
arqueológicos
una tempestad de
mordiscos
hace sangrar los
mármoles
sangre coagulada del
tiempo inalcanzable