jueves, 6 de febrero de 2014

Aldo Pellegrini, "El huevo filosófico", A Partir de Cero, N° 2 (Buenos Aires, diciembre de 1952)

A la idea del hombre común de admitir como real solamente las apariencias sensibles, se opone la idea surrealista de la existencia de aspectos, o mejor, de planos multiples y variados de la realidad. A la idea de la percepción sensorial como fuente única del saber se opone la concepción surrealista del conocimiento, que proclama la existencia de infinitos contactos entre el hombre y el mundo, escalonados desde lo sensible a lo suprasensible. El surrealista no quiere prescindir de ningún aspecto posible de la realidad y como consecuencia, su actitud frente a los datos parciales de los sentidos y de la ciencia se revela no conformista...
El surrealista no se resigna, es esencialmente disconformista, y partiendo de principio de que la fuente de todo conocimiento está en el interior del hombre, se sumerge en el propio espíritu, atravezando el plano racional, y allá, en lo mas hondo de su yo, encuentra el mundo...
El surrealismo cree, pues, en una realidad sin limites. Su terreno de investigación es lo desconocido ilimitado. Si al fin el conocimiento resulta de la participación del hombre en el cosmos, es necesario buscar en la mas profunda inmersión en sí mismo la fuente de toda sabiduria...
El surrealismo, consciente de la amplitud de lo real, consciente de que todo sujeto en el centro mimo de esa realidad total, busca en la inmersión en si mismo la fuente de todo conocimiento. Y cuando retorna de su inmersión aparece con el unico lenguaje que puede darle la idea de la totalidad de lo real: el lenguaje poetico.