jueves, 15 de enero de 2015

EL VIVIR MARAVILLOSO. Por Aldo Pellegrini

En la extraña frase de Píndaro, “La vida es sólo el sueño de una sombra”, se expresa de modo magnífico todo lo que la vida promete y no se cumple. La vida resulta así una permanente frustración y no depende esto de su fugacidad, pues el tiempo es fugaz en cuanto ningún tiempo alcanza para que el hombre se realice. Lo maravilloso nos impulsa a que la vida sea un sueño que se concrete.


El margen para lo maravilloso que da el mundo convencional es el amor y éste constituye el centro de acción de lo maravilloso en la vida: he aquí que surge de la gran sombra infinita y avanza la mujer. En sus ojos brilla el misterio condensado; a su paso todo vibra y el espacio sufre congoja insoportable de la expectación; de pronto, todo lo que vibra se suspenden un instante intemporal y el día se vacía de luz para darle paso. Ahora está al alcance de mi mano y miles de puertas se abren sigilosamente; la expectación deja de ser la dulzura imperiosa y se oye el rumor del gran torrente que avanza sin interrupción para terminar en el supremo derrumbamiento: el derrumbamiento diáfano.


Así se produce la transformación de la amada por obra del trascender maravilloso del amante. Esta es una trascendencia cuya mas alta expresión se encuentra en los místicos y nadie y nadie la revelo con tanta perfección como Juan de la Cruz, ese gran místico del amor, en su “Noche oscura”:


¡Oh noche, que juntaste
amado con amada
Amada en el amado transformada!


En donde la combinación de la noche -que obtiene el aniquilamiento del mundo exterior- y la enajenación de los sentidos (fenómeno que comparten el místico y el amante) logran la fusión del ser trascendido y del objeto amado que cumple la síntesis de lo maravilloso. Este mismo trascender del sujeto en lo real es la razón también del artista.
El vivir maravilloso exige la negación de lo cotidiano convencional, la rebelión ante la sordidez de la vida corriente; lanza al hombre en todas sus aventuras, lo impulsa a lo desconocido, a la búsqueda del riesgo y del peligro. Se revela en el revolucionario político, en el heterodoxo religioso, en el disconforme de toda índole. En la literatura, el aspecto negador encuentra sus dos grandes representantes en Lautréamont y Kafka y más recientemente en Henry Miller y Antonin Artaud. A ellos se suman todas las voces negadoras que revelan agresividad combativa, su ataque directo a la realidad convencional.


El vivir maravilloso exige una sola condición: la libertad de trascender, el respeto por la aspiración hacia sus moldes infinitos, la compresión de que su esencia es constante renovación. La fuga de la realidad no es sino fuga de los esquemas muertos. La fuga de la vida es tan sólo fuga de la vida horrenda, sórdida, hacia la existencia plena, hacia la realización del destino humano.”